Para los sentimientos no importa la edad

Para los sentimientos no importa la edad. Para las emociones tampoco, y a mí me viene un aroma de hace solo un tiempo, muy cortito, con sabor a felicidad.

Esa felicidad que hacía que nos levantáramos y cantáramos en la ducha, esa que al salir saludabas al vecino con un “buenos días”, esa donde la gente veía el sol en los días más nublados porque no tenía miedo.

Hoy el miedo se ha instalado en nuestro corazón y nos acaricia cada mañana atrapados en una casa. Una casa convertida en una cárcel de cristal por la que ves salir el amanecer cada despertar.

Y uno se plantea; ¿qué hemos hecho los humanos para llegar a ser tan destructivos?, ¿qué pasará cuando podamos pensar en lo que estamos viviendo?, ¿qué habremos aprendido? o ¿continuaremos mirando hacia adelante en nuestra escala de depredación? Y de ser así, ¿bailarán nuestras emociones transformadas en otra cosa: rabia, tristeza, asco, miedo…?

Pero debemos preparar nuestra mente para un mundo distinto, perdido tal vez en un ruido espantoso de silencios, donde llorar tal vez ya no sea humano.

Para los sentimientos no importa la edad

Queremos ser responsables, seguir las pautas que nos marque los expertos en estos momentos y saber que esto pasará, pero que nuestra mente debe preparase para que las emociones y la razón bailen en un equilibrio perfecto.

Ahora es el momento de comenzar a dar los primeros pasos. Hemos de aprender a caminar con unos zapatos desconocidos, tomando de la mochila del pasado solo aquello que teníamos bueno.

Os deseo lo mejor para estos días y os invito a la reflexión. Es el tiempo del universo y del hombre. Ambos nos dan para que dispongamos de estar ese instante en el hogar donde jamás nos habíamos dado permiso para estar tanto tiempo con nosotros.

Quiero convertir estas palabras escritas en un beso, extender mis manos hasta donde estéis para acompañaros y con todas mis fuerzas envolverme en vuestro abrazo.

Con todo mi cariño,

Estrella