Dra. Estrella Flores-Carretero.

¿Has escuchado sobre el Síndrome del Ermitaño? Saber estar en soledad con nosotros mismos, es algo que todos los seres humanos deberíamos aprender, porque pueden ser profundos y maravillosos momentos de reflexión. No obstante, este no es el caso que me gustaría explicaros ahora.

Especialmente conocido en la cultura japonesa como el Síndrome Hikikomori, este comportamiento asocial se caracteriza por el aislamiento voluntario de personas que, sin aparentes motivos, deciden recluirse en sus casas por largos periodos de tiempo, incluso durante muchos años.

Mucho antes del Covid, ya existían casos de personas con el Síndrome del Ermitaño. La gran mayoría de quienes lo padecen, desconocen tan siquiera lo que les está ocurriendo, pero en el caso específico de Japón, hay una serie de factores culturales que inducen este comportamiento.

Fuera de las fronteras niponas, esta situación se está convirtiendo en un verdadero problema, porque quienes practican el cocooning, del inglés “capullo” (como el de los gusanos de seda) prefieren vivir como un ermitaño moderno, socializando a través de un artefacto y no de manera presencial.

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Cómo afecta el síndrome del ermitaño en el siglo 21

¿Qué es un ermitaño moderno?

Hace dos años vivimos una experiencia especial, y muy dura a nivel global: cuarentenas prolongadas para evitar la propagación del coronavirus. Aunque a algunos nos afectó en mayor o menor medida que a otros, quien vive como un ermitaño moderno se sintió bastante cómodo en esta situación de claustro.

Por otro lado, es común que los jóvenes desarrollen sentimientos de retrospección, los cuales aunados a los cambios hormonales del proceso de crecimiento que están experimentando, y que cada tanto quieran encerrarse, como si tuvieran síntomas del Síndrome del Ermitaño.

Regularmente, quienes padecen el Síndrome del Ermitaño, suelen minimizar al máximo las interacciones sociales, incluso con quienes viven con ellos en casa. Hay quienes incluso, se niegan a abandonar su reclusión autoinfligida, ni siquiera para realizar las respectivas compras hogareñas.

Para poder entender el origen de este problema, que cada vez se va convirtiendo en un tema de considerable preocupación en algunas sociedades —como la española—, hay que conocer un poco más este fenómeno social, para poder encontrarle una solución.

¿Qué es el síndrome del ermitaño?

También conocido como el «Síndrome de la Puerta Cerrada«, el Síndrome del Ermitaño es un comportamiento asocial caracterizado por el encierro voluntario de una persona, quien solo se limita a salir de casa a comprar lo esencial, aunque en muchos casos es un tercero quien le asiste en ello.

En Japón, se le conoce como el Síndrome Hikikomori, cuya morfología viene de «hiki» (retirarse o atrincherarse) y «komoru» (entrar). Como tal, se viene estudiando esta situación en el país nipón desde los años setenta, incluso; se había determinado un perfil de ciudadanos con este comportamiento.

Se pensaba que eran hombres adictos a los videojuegos, pero las investigaciones muestran que no necesariamente. Se estima que en Japón hay 1.15 millones, de los que 613 mil tienen entre 40 y 64 años, aunque la cifra puede ascender hasta los 10 millones, según el psicólogo Tamaki Saitō.

Los estudios practicados entre los japoneses sobre el Síndrome del Ermitaño, solían darle mayor peso al internet y las adicciones a los juegos online como una razón de peso para este comportamiento, sin embargo; se ha encontrado que mucho se debe al “sekentei” (apariencia social).

La reputación y el honor tienen mucho peso dentro de la sociedad japonesa. A menudo, quienes padecen el Síndrome Hikikomori han sido personas que no cumplen con los estándares exigidos, y que por tanto deciden recluirse voluntariamente para no tener que cargar con la vergüenza pública.

Esta es una de las razones por las cuales es muy difícil tener un estimado de cuántas personas viven con ese comportamiento, ya que muchas familias ocultan o aceptan que tienen a algún ser querido viviendo de manera dependiente en el hogar, y son ellos quienes les proveen todo.

Características del síndrome del ermitaño

De acuerdo a la siguiente investigación publicada en 2017 por Mario de la Calle Real y María José Muñoz Algar, estas son algunas de las conductas sobre el Síndrome del Ermitaño o Síndrome Hikikomori, de acuerdo a lo referido por algunos psicólogos japoneses. Estos son:

  • Pasa la mayoría del tiempo en casa.
  • Mínimo 6 meses de aislamiento.
  • Desinterés por asistir al trabajo o la escuela.
  • La persona no presenta condición alguna de esquizofrenia, bipolaridad o retraso mental.
  • Se excluyen de esta lista a quienes guardan relaciones personales.
  • Suelen iniciar la reclusión durante la adolescencia, debido a alguna crisis identitaria juvenil.
  • El cocooning es un comportamiento más usual en varones.
  • Hay un repunte de estas conductas en países de altos ingresos.
  • Evitan cualquier tipo de relacionamiento social. Sus amistades cercanas son relaciones pasivas o indiferentes.
  • Temen al rechazo o la crítica y son psicológicamente frágiles, lo que les lleva a encerrarse en un mundo virtual.
  • Suelen tener invertido el horario de sueño y vigilia, se asean con poca frecuencia, además de realizar actividades en solitario, de hecho; no hacen el mayor esfuerzo por alimentar las relaciones personales.
  • En el caso de Japón, solo un 27% de las personas que presentan los síntomas del Síndrome del Ermitaño, se mantiene sin salir de casa de un todo. La gran mayoría se mueve en transporte público o asiste al trabajo o la escuela, pero pasan mucho de ese tiempo andando en el transporte público o caminando.
  • Con frecuencia, estos chicos han sido criados con sobreprotección, por lo que no cuentan con herramientas suficientes para desenvolverse socialmente. 

Causas del síndrome del ermitaño

¿Pero por qué razón una persona desarrollaría el Síndrome del Ermitaño? ¿Por qué alguien escogería el encierro voluntario? Mucho se ha dicho al respecto desde que se empezó a investigar este tema, sin embargo; la realidad es mucho más compleja de lo que podemos imaginar. 

Una de las hipótesis que más se maneja al respecto es que quienes optan por este comportamiento, con frecuencia son personas que fueron educadas en entornos de gran exigencia, donde se les invalidaba y se les sobreprotegía. Es decir, son personas con una personalidad introvertida.

Es decir, crecieron bajo la influencia de padres o adultos poco amorosos, a quienes intentaban satisfacer cumpliendo sus altas expectativas. Sin embargo, no podemos dejar por fuera de la ecuación el contexto mundial en el que vivimos, pues los paradigmas sociales han cambiado.

Nuestras sociedades han pasado de vivir bajo el influjo de lo colectivo, por lo que hay mayor tendencia a la individualización, comportamiento que muchas veces suele premiarse socialmente. Ante esta falta de cohesión grupal, es de esperarse que se rompa el sentido de pertenencia grupal.

Esto podemos apreciarlo en situaciones que antes se nos hacían cotidianas, y que ahora puede que no practiquemos con tanta frecuencia. Ya ni siquiera es necesario salir de casa para comprar, pues a tan solo un clic, las personas pueden contar con servicios de entrega de productos y servicios.

Cada vez es más común que las personas se abrumen por conversaciones cara a cara. Y la pandemia ha ayudado a acentuar estas actitudes. Puede que un saludo con tus vecinos te parezca algo intrascendente ahora, pero no hay nada como ello para sentir un poco de calidez humana.

Porque más que añorar formar parte de un grupo social, los seres humanos necesitamos pertenecer. Por el contrario, alguien que padezca del Síndrome Hikikomori, ni siquiera sentirá que esto le hace falta, bien sea por ansiedad social, depresión o falta de aptitudes sociales.

Cómo afecta el síndrome del ermitaño a los jóvenes en la actualidad

El síndrome del Ermitaño lleva a cada vez más jóvenes al aislamiento social, e incluso del propio círculo familiar, y se está convirtiendo en un problema de cuidado en las grandes ciudades del primer mundo, en donde el ritmo vertiginoso acrecienta el distanciamiento y la falta de comunicación. 

¿Podríamos pensar entonces que los chicos que padecen el Síndrome del Ermitaño están evitando convivir con la violencia galopante de nuestro mundo? Es para pensarlo, después de todo; toda sintomatología expresa que algo está afectando la psiquis. En este caso, de manera colectiva.

Vivimos en una era en la que la exponencialidad digital y la inmediatez son la orden del día, y lastimosamente; muchos de estos chicos suelen ser hijos o estar bajo la custodia de personas con trabajos demandantes, lo que determina una pobre calidad de tiempo familiar para sus seres queridos.

Esto trae como consecuencia una exigencia brutal sobre las demandas de padres hacia los hijos, quienes en la mayoría de los casos, terminan convirtiéndose en adictos a la tecnología. Ante la carencia de herramientas emocionales, estos jóvenes prefieren autoencerrarse.

Estos jóvenes son la consecuencia del cambio que ha surgido en las funciones de los padres modernos, quienes muchas veces se dedican más tiempo a sí mismos y a las demandas que el mundo hace de ellos, por tanto; no están disponibles para cumplir sus funciones. 

Generalmente, esta situación suele verse en chicos varones que son primogénitos. Al no poder cumplir con las exigencias que les hacen sus progenitores, los chicos optan por encerrarse, porque no saben de qué manera actuar sin tener desarrolladas unas fuertes herramientas psicosociales.

El síndrome del ermitaño y la pandemia

Pese a que el Síndrome del Ermitaño está siendo estudiado desde muchas décadas antes que el surgimiento del Covid, aumentaron las cifras de niños, jóvenes y adultos que desarrollaron este comportamiento, lo que hizo que la situación pasara desapercibida para muchos.

Es normal que ante el encierro, la adicción al teléfono y ordenadores, los padres se preocupen por las actitudes de sus hijos. Con el escenario pandémico, una situación preocupante como esta pasó a ser la realidad normativa para la gran mayoría de la población mundial por casi dos años.

Pero poco a poco nuestra vida social fue volviendo, las escuelas y oficinas abrieron, pero el daño psicológico ya estaba hecho: el Síndrome del Ermitaño se había sembrado en el cerebro de miles de personas, quienes comenzaban a experimentar las secuelas de un encierro a tan largo plazo.

Esto se debe a que en un escenario de peligro como el vivido recientemente, nuestra mente tiende a quedarse en estado de alarma y supervivencia, se mantiene atento a todo lo que ocurre alrededor para detectar el peligro, pero al pasar un tiempo considerable; comenzamos a sufrir las consecuencias.

Aunque muchas de las costumbres que adquirimos durante la pandemia llegaron para quedarse, debemos ser conscientes de que todos los extremos son malos. No podemos dejar de lado nuestra vida social, el contacto y el calor humano, la compañía física de nuestros compañeros, amigos y familiares.

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El síndrome de Hikikomori

Cómo combatir el síndrome del ermitaño para mantenerse motivado en el teletrabajo

Una de esas actividades que llegaron para quedarse, pero desde mucho antes del coronavirus, es el teletrabajo. Esto no quiere decir que por ello las personas vayan a desarrollar el Síndrome del Ermitaño, aunque sí hay que tomar precauciones. Entre otras cosas, los equipos de trabajo pueden guardar una:

Comunicación clara

Una de las maneras de combatir el Síndrome del Ermitaño es guardando una comunicación transparente y asertiva con nuestros compañeros, donde el cuidado de las emociones sea lo primordial, aunque estemos a miles de kilómetros de distancia, y tras una pantalla. 

La falta de información puede generar angustias en los empleados. Las empresas deben ser claras desde un principio con sus trabajadores, hacerles saber cuál es el estado de la organización, pero hacer especial énfasis en las noticias positivas porque las personas necesitan tener seguridad psicológica.

Contacto constante con el equipo de trabajo

Aunque se sabe que las reuniones diarias disminuyen la productividad laboral, otra manera de combatir el Síndrome del Ermitaño desde el teletrabajo, es agendando reuniones periódicas, las cuales pueden ser semanales, quincenales o mensuales, según el ritmo que maneje la organización. 

Una llamada o videollamada breve para planificar el día, puede reforzar los lazos entre el equipo de trabajo, hacerles sentir confianza en lo que se está haciendo, qué estamos juntos a pesar de la distancia, además de que permite crear camaradería y aportar valor al trabajo comunitario.

Conectarse desde la empatía

La inteligencia emocional debe ser una herramienta de conexión fundamental en cualquier ámbito de nuestras vidas. En el caso de aquellas personas que teletrabajan, existen factores externos a la empresa que pueden reducir la motivación laboral, y que deben combatirse con flexibilidad.

Recordemos que es el trabajo el que ha tomado los espacios del hogar, por tanto; debe generarse un equilibrio sano entre las partes. Por supuesto, nunca está de más brindar ese apoyo psicológico que los empleados necesitan en situaciones en las que el estrés puede desbordar.

Compartir y celebrar

Las celebraciones virtuales son una excelente idea para mantener la motivación y la conexión entre los equipos de trabajo, porque por obvio que parezca, cuidar el bienestar de los empleados también es parte indispensable para alcanzar los objetivos y metas que se han propuesto.

Acordar un día para tomarse un café o un vinito de forma grupal, mientras se charla sobre otros temas que no tengan nada que ver con la oficina, son una excelente manera de fomentar las relaciones interpersonales armoniosas entre los compañeros de equipo, quienes a veces no se interrelacionan mucho.

Reconocer el trabajo de los compañeros

Una de las actividades que más beneficios pueden generar para el bienestar de los equipos es, sin duda alguna, generar el reconocimiento a las labores que realizan los miembros de los equipos de trabajo. La sana competitividad puede ser un plus importante para los logros organizacionales y para el empleado.

Felicitar con frecuencia el buen trabajo, mantendrá motivados a los empleados, quienes se sentirán elogiados porque su trabajo y esfuerzo está ganando un merecido reconocimiento. Pero además de ello, hacer las felicitaciones públicas a todo un equipo, genera un ambiente positivo.

Fomentar el optimismo

Y aunque las personas laboren desde casa, no podemos olvidar que debemos enfocarnos en lograr que mantengan despierta la inspiración. Se sabe que las empresas que logran fomentar el optimismo entre sus empleados, a menudo suelen sortear con éxito los obstáculos, cuando llegan tiempos de crisis.

Infografía sobre el síndrome del ermitaño

Infografía sobre el síndrome del ermitaño

Recomendaciones sobre cómo afecta el síndrome del ermitaño en el siglo 21

Queda claro que aún queda mucho por estudiar sobre el Síndrome del Ermitaño, no obstante; y ya que la mayoría de las veces no hay una condición psíquica, el paso primordial para ayudar a las personas a superarlo es ayudándoles a incorporarse en las diferentes actividades sociales.

La vida es una experiencia única, que merece la pena ser vivida. Conocer nuevas personas, nuevas fronteras, dejar el nido y no abandonarse a los miedos… Eso es lo que debemos inculcar en nuestros jóvenes, para que se conviertan en los líderes del mañana.

Pero para que ello ocurra, es necesario dotarlos (y dotarnos) de las herramientas necesarias para saber llevarse con su mundo interior. Por eso en Academia de emociones – La experiencia en Jerez hacemos hincapié en que nuestros participantes vivan diversas emociones y sensaciones.

Además, nada como el turismo y la cultura que brindan los hermosos paisajes del sur de España para recargar baterías, mientras paradójicamente, vamos haciendo también un recorrido por nuestro interior. ¿Te atreves a tomar un boleto a este maravilloso viaje hacia el centro de tu ser?