Para nadie es un secreto que hay personas que desarrollan un atractivo personal arrollador, que con unas cuantas palabras pueden convencer al más incrédulo, porque saben manejar muy bien el arte del convencimiento el cual acompañan con una presencia física que nadie puede ignorar.

Sin embargo, este encandilamiento inicial solo dura por muy corto tiempo, porque nuestro cerebro tarde o temprano nos hará ver la realidad detrás de la seducción.

 

5 aspectos para evaluar tu capacidad persuasiva

5 aspectos para evaluar tu capacidad persuasiva

Antes que nada, demuestra tu seguridad

Muchas personas tienden a confundir autoconfianza con arrogancia, porque en el fondo creen que la persuasión es un tema de “parecer” y no de “ser”, cuando en realidad todo se trata de confiar plenamente en lo que hemos aprendido a lo largo de los años.

Es estar conscientes de que nos hemos preparado arduamente para alcanzar nuestros propósitos, y que aún seguimos haciéndolo porque entendemos que el mundo cambia y que debemos mantener nuestra mente dispuesta a aprender cosas nuevas.

Una persona persuasiva nunca teme hacer preguntas cuando no tienen las cosas tan claras o de ofrecer disculpas, porque sabe que la humildad le abrirá las puertas a más sabiduría y creará una mayor conexión con el resto de las personas desde la vulnerabilidad.

Exprésate desde la asertividad

Somos seres de hábitos. Ante la evaluación repetida de un objeto, nuestro cerebro crea un patrón de pensamiento que le permite registrar la actitud futura que deberá tener ante el mismo en otra oportunidad. A este proceso se le denomina actitud implícita y conlleva un registro histórico y desconocido, que le permite a la persona interactuar de cierta forma ante ciertos hechos o personas (Becerra et. al., 2002, p.771).

Sin embargo, esta “actitud implícita” puede ser cambiaba, gracias a la persuasión. Una persona asertiva hace de la empatía su mejor vía de entendimiento con el mundo, respeta y comprende las emociones de los demás.

Sabe que los mensajes solamente llegan cuando conectan desde una actitud comprensiva y positiva, cuando nos hacemos entender de manera concisa, y no con actitudes violentas que reflejen egocentrismo.

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Desarrolla tus habilidades sociales

Quienes desarrollan el arte de la persuasión, saben manejarse muy bien en situaciones tensas o conflictivas, porque han trabajado notablemente en el desarrollo de habilidades sociales como la buena escucha, el establecimiento de diálogos, la clara formulación de preguntas, el saber mostrarse agradecido y disculparse cuando es oportuno, además de la respectiva lectura emocional propia como de la persona o personas con las que se comunica.

De hecho, de acuerdo con estudios practicados por la Universidad de Yale, para que un mensaje sea persuasivo, debe contar con cuatro elementos indispensables:

  1. La fuente, persona de experiencia que sabe conectar con su oyente.
  2. El contenido del mensaje, peso argumentativo y claridad.
  3. El canal comunicativo o sentido al que se enfatiza en el mensaje.
  4. El contexto bajo el cual se emite el mensaje. Aquí se toma en cuenta el estado anímico de las partes.

Cuida tu ética

Nunca confundas ser persuasivo con ser permisivo o flexible ante tus valores. Una persona persuasiva jamás justificará ciertos hechos que traicionen su ética profesional, solo por querer alcanzar una meta personal o las de su compañía. Al contrario, se mantendrá sólida en lo que cree porque sabe que cuenta con las herramientas y el apoyo necesario.

 


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Inspira a quienes te rodean

Las personas solemos sentir especial afecto por los proyectos en los que nos involucramos de pie a cabeza. Quien sabe persuadir correctamente contagia a su equipo de energía y entusiasmo cuando permite que se cree un ambiente empático donde se practica la escucha sincera, y se ponga en práctica políticas corporativas que estimulen el bienestar de los miembros de su equipo.

Por último, quisiera destacar que no hay nadie más influyente que aquel que seduce con un alto sentido del humor. Después de todo, como dicen por ahí, a la vida no hay que tomársela muy en serio.

Vivamos desde la alegría de disfrutar el momento presente, a sabiendas de que nos espera un futuro prometedor.

Y tú, ¿cuál de todas características estas trabajando en ti?

Bibliografía

Briñol, P., Horcajo, J., Becerra, A., Falces, C., & Sierra, B. (2002). Cambio de actitudes implícitas. Psicothema, 14(4), 771-775.

Moya, M. (1999). Persuasión y cambio de actitudes. Psicología social, 153-170.